Te miro para guardar en la memoria todos los movimientos de tu cuerpo, cada esquina de tu piel, la esencia de lo que eres y haces de mí sin tocarme.
Los días se forjan de distancia y silencio, como estancias con sabor a noches eternas, junto al filo de tus labios he dejado caer mis ganas de perderme contigo hasta convertirnos en polvo.
He visto la luz en tu corazón, que ha complementado mi mundo, acariciado sus sombras, besado cada esquina, explorado el tacto en un abrazo, bañando de color cada minuto de nuestras vidas.
Verme en tus ojos como en un espejo, reflejando sonrisas llenas de kilómetros de alegría, ser parte del principio y final de tus impulsos más delicados, dejar que tus manos acaricien mi pecho, donde habitan mis raíces más profundas, donde todo fue ruina antes de ser templo de esperanzas.
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